miércoles, 7 de noviembre de 2007

La Metafísica de la Cosmovisión: la Sustancia

FANTASMATA

1) LA BÚSQUEDA DE LA VISIÓN DEL HOMBRE DE TODA CULTURA SE REALIZA A PARTIR DE SUS MANIFESTACIONES

Buscar la visión que tiene un occidental de su mundo, de su dios y de sí mismo no resulta tan arduo si se considera que el hombre occidental tiene por característica el preguntarse por estas cuestiones metafísicas. Rasgo de esto es la existencia de una forma de preguntar muy peculiar, a saber, toda pregunta que empieza con un “qué es”. Heidegger afirma que esta pregunta manifiesta un modo de ser occidental. De ahí que para hallar sus concepciones metafísicas no hace falta hacer otra cosa más que prestar atención a lo que se respondieron cuando se preguntaron, por ejemplo, “¿qué es el hombre? La dificultad reside en que no todos los seres humanos se hicieron estas preguntas (¿Qué es el hombre? ¿Qué es el mundo? ¿Qué es Dios?), incluso en estos tiempos presentes millones de hombres no llegan a este nivel de interrogarse. Pero el hecho de no hacerse estas preguntas metafísicas no quiere decir de ningún modo que no hayan tenido alguna idea o visión de su ser, de su entorno o de Dios. Es, pues, a partir de estas visiones no conscientes en que el hombre se lanza a la acción. Por ello, no deja de ser justo decir que todo el producto de esas acciones se sustenta o se levanta a partir de esas tres visiones originarias. Toda expresión cultural se halla, consiguientemente, en íntima relación con lo que se ha venido a llamar su cosmovisión.

2) TODA COSMOVISIÓN ES UNA FORMA DE PERCIBIR

El verbo “percibir” viene de la voz latina percipio, es un compuesto de per y capio. El per de percipio es una preposición que significa “a través”, “por medio de”, “por”. Capio significa coger, tomar. Etimológicamente y esencialmente “percibir” significa “coger algo por medio de”, este medio es una facultad cognoscitiva. Si seguimos la tradición filosófica, veremos que se han venido señalando varias facultades, se ha hablado del entendimiento agente, de la razón, de la imaginación, de la sensación, entre algunas otras. Tomaremos, en este caso, la teoría del conocimiento de Kant. Para kant hay dos formas de conocer: por la facultad intelectual (o entendimiento) y por la intuición. El entendimiento es parte del alma, la intuición, por otro lado, es parte del cuerpo. El entendimiento de mueve en conceptos; la intuición en sensaciones. Pera hay, aparte de estas dos facultades, una tercera, que de alguna manera piensa como el entendimiento sin ser puro entendimiento e intuye como la intuición sin ser pura intuición, esta sería la imaginación. La imaginación piensa las intuiciones, se desenvuelve entre figuras.
Concebimos que la forma máxima con que puede un animal “coger” su entorno sea meramente sensitiva. La forma máxima con que el hombre occidental ha “recogido” su entorno ha sido racional (hay que saber que Kant distinguió la razón del entendimiento), en todo caso, intelectual, esto lo hizo a partir de la pregunta netamente griega: ¿qué es…? Pero existen muchas culturas que no llegaron a este nivel de interrogación, sin embargo, no dejan de ser hombres. La forma cómo estos hombres que no son racionales ni bestias de forma absoluta pudieron “coger” su entorno fue imaginativamente.

3) LAS SUSTANCIAS QUE EXPLICAN LA COSMOVISIÓN

Hemos dicho que toda cultura se fundamenta por una cosmovisión. Además, que la cosmovisión es el resultado de una percepción del sujeto mismo y su entorno. Esta percepción, en los humanos, se explicó de dos formas: racional e imaginativa; y hemos aclarado que percibir el mundo y el yo mismo de manera unitaria es la forma más alta de percibir. Ahora bien, se puede ser conciente de tal cosmovisión o no. Solo aquel que piensa en conceptos y no en imágenes es conciente de que piensa. El acto de “coger” el mundo de manera racional significa ser concientes de la propia cosmovisión; no así sucede cuando cogemos el mundo en imágenes.
Cuando el mundo se entiende, valga la redundancia, por medio del entendimiento, entonces, las preguntas metafísicas, esto es, la propia cosmovisión, se responden en conceptos. Y, al ser la metafísica el fundamento de una cultura, estos conceptos habría que ser de los más simples y abarcantes, aquellos que reducen a la unidad diversidad de ideas. Esta unidad que subyace a la diversidad (sub, iacio: que está por debajo) es la substantia. El problema de si la sustancia es una o varias culminan en el monismo o el pluralismo. Aquí hemos de aceptar el pluralismo. Existen tres clases de sustancia: la sustancia material (res extensa), la sustancia ideal (res cogitans) y la sustancia compuesta inseparable de materia y pensamiento.
Responderme sobre la cuestión del mundo significa decir lo que es el mundo de manera más simple y abarcante, mejor dicho, la respuesta es un tipo de sustancia.
¿Pero qué con aquellos que no fueron concientes de su cosmovisión, aquellos que “cogieron” el mundo en imágenes? Es manifiesto que al no ser concientes, pues no usaron conceptos, de su cosmovisión, no es posible que hayan utilizado el concepto de sustancia. ¿Entonces, cómo es que se reconocieron, a partir de qué imágenes se concibieron como unidad? Lo que se pretende hacer es que a partir de ciertas imágenes que conforman la cosmovisión imaginativa se manifiesten ciertos atributos de las sustancias. Con ellos, de algún modo, encontraremos el ingrediente racional que hay en las imágenes, y así poder tener alguna idea sobre la concepción del hombre, Dios y el mundo en el mundo prehispánico.

4) ATRIBUTOS DE LAS SUSTANCIAS

La sustancia extensa se manifiesta en la materia. La materia presenta modos que se rigen por las leyes naturales ya conocidas. La materia es pasiva en el aspecto cognoscitivo, pero en su interrelación y en su movimiento presenta dos elementos opuestos: lo pasivo y lo activo. Esto explica la aparición de los sexos, de los átomos y la competencia por la supervivencia. Las leyes mismas de la materia dividen este campo entre los positivos y los negativos, los machos y las hembras, los que mandan y los que obedecen, los amos y los esclavos, la materia se da gracias a esta lucha de elementos.
La sustancia pensante se manifiesta en las ideas; estas ideas son puntos conceptuales. No tienen en sí ninguna característica de la sustancia. Esta sustancia pensante presenta modos o formas que se rigen por las leyes lógicas. Es activa por naturaleza e inmutable. Son necesarias y eternas. No se da en ella un panorama de guerra, las ideas conforman un todo ordenado y existen en una armonía celestial.
El problema radica en el análisis de la tercera sustancia compuesta. Llegar a presentar esta tercera sustancia tiene como causa el problema de la comunicación de las sustancias para explicar la naturaleza humana. No podíamos resumirnos al bisustancialismo de Descartes, ni al monismo de Spinoza, porque en ambos se termina explicando la esencia humana en el alma, esto es, la sustancia ideal. En realidad no resuelve el problema del cuerpo; el cuerpo solo es tomado a simple nombre, pues en realidad es dejado de lado cuando se pretende desarrollar un proyecto de educación para el ser humano. En realidad, la sustancia compuesta (combinada) de materia y alma no significa una sustancia compuesta en sí, pues no deja de ser sustancia en el buen sentido de la palabra, ya que es una unidad indivisible. Descartes acepta el cuerpo dentro de lo que es el hombre, pero esta aceptación lleva a darle al cuerpo una función más que de fin de medio. Esta tercera sustancia (digamos humana, substantia humanitas) no es alma absolutamente ni materia absolutamente, no es ni uno ni otro, sin embargo presenta ciertos atributos de las dos sustancias anteriores. Si hallamos un ente que tenga tanto características extensas como características pensantes (pues las características de las sustancias son inconmensurables), este ente tendrá como definición ser esta tercera sustancia.

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