miércoles, 7 de noviembre de 2007

el problema que todos ignoran: LAS AYUNDATÍAS



El ayudante de cátedra es el alumno que colabora con el docente en el desarrollo su cátedra. El carácter de esta colaboración no ha estado claro los últimos años. El ayudante de cátedra ha sido tomado como un alguien que se encarga de borrar la pizarra, sacar fotocopias y recoger los exámenes y, en otras ocasiones, como un jefe de práctica. No es ninguna de estas funciones las que cumple el ayudante de cátedra. El ayudante de cátedra es un alumno matriculado de los dos últimos años de la carrera que debe ser elegido mediante un concurso público, de acuerdo a sus méritos académicos. En nuestra escuela es costumbre tener un ayudante de cátedra como una especie de favor que hace el docente con un alumno que él considera, de acuerdo a su singular criterio, digno de tal encargo. Esto es completamente equivocado y contrario al sentido que tiene la ayudantía de cátedra. La ayudantía debe ser un momento de nuestro aprendizaje en el cual se retoma el curso que ya se ha aprobado anteriormente para ahondar en su contenido y de esta manera lograr una especialización creciente en los temas que considera más cercanos a su propio proyecto personal. LA AYUDANTÍA NO ES POTESTAD DE LOS PROFESORES, es un derecho académico de los alumnos. Si bien el profesor a cargo del curso puede recomendar a un alumno para que sea su ayudante, éste debe pasar por el mismo proceso que todos los demás postulantes. EXIGIMOS QUE SE ABRA EL CONCURSO PARA LAS AYUNDATÍAS DEL PRÓXIMO CICLO. Los requisitos básicos son:

1. Ser alumno MATRICULADO
2. Cursar los dos últimos años
3. Pertenecer al tercio superior
4. Haber aprobado el curso al que se postula
No tengan miedo a pensar y actuar, no dejen que los agoreros de siempre les digan lo que pueden o no pueden hacer. Siempre habrá pajarracos que les dirán que no tienen aún la capacidad para ahondar en los temas que les interesan, que esperen a ese momento indeterminado en el futuro en que podrán pensar solos, que nunca llega, porque ese momento es AHORA. LA AYUNDATÍA ES UN MOMENTO NECESARIO EN NUESTRA FORMACIÓN FILOSÓFICA.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una observación. Me parece que toda crítica siempre es buena.Mas esta debe hacerse desde la razón que impera en toda persona dialogante. Abandonarse a la pasión en una crítica es solo causa de división y de ofensa a la dignidad de cualquier persona. Más aún tratándose de estudiantes universitarios de filosofía,que manejan y manejarán el discurso dialógico en todas sus formas y sentidos posibles en que este se manifiesta y se da para su comprensión y entendimiento. Pero, con la razón por delante como seres pensantes. Absolutamente innesario el término "pajarraco" en el texto. Me parece que cabe aquí una autoreflexión y autocorreción del texto mismo y su autor. Como dijo alguien: "Hasta un exquisito plato servido suele dejarse de lado por haberse posado una mosca en ella". Así pues, a no dejar salir moscas de la misma fuente, pues lo único que hace es "rebajar"(fuera de lugar) el contenido del texto y a quien lo escribió.

Anónimo dijo...

Te agradezco mucho la crítica. Sin embargo, estoy seguro que sabes que aceptar una crítica no implica darla por válida y justificada. Creo que la tolerancia -elemento básico de todo diálogo fructífero- no es dar la razón a toda crítica per se, sin antes enjuiciarla y rescatar de ella lo que consideramos valioso.

Prefiero otra versión, alternativa a esta tajante cesura que planteas entre razón y pasión, [sobre la que basas tu argumentación] creo que tanto la pasión como la razón sólo son distinguibles de manera tan neta fuera del “hombre pensante” es decir en la representación antropológica. El Barón de Holbach –citado por nuestro querido profesor Raimundo Prado- lo dijo de una manera difícil de superar: "me estoy desapasionando, por lo tanto me estoy volviendo estúpido"

Pero en aras de acentuar la posibilidad del diálogo asumiré tu postura respecto a la razón y la pasión. Lo que me lleva a defender el uso de la razón en la redacción del artículo. Ya que no es dominio de la pasión la definición de los conceptos, no es propiamente una operación de la pasión, sino todo lo contrario es propia de la razón, así que ceñiré mi respuesta al plano de definición de la palabra PAJARRACO

Con este fin utilizaré el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como un buen alumno de filosofía [agrego la dirección del diccionario en línea para que lo constate quien tenga un saludable escepticismo]

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=pajarraco
pajarraco.
1. m. despect. Pájaro grande desconocido, o cuyo nombre no se sabe.
2. m. coloq. Hombre disimulado y astuto.

Como podrás observar en ambas acepciones se alude al carácter de oculto, de no identificado. Este es el primer sentido de lo manifestado en el texto publicado y el segundo sentido es, por supuesto, el de [y aquí hablo por el CEF] nuestro rechazo a las personas que tienen el proceder señalado.

No entiendo a qué “dignidad de cualquier persona” te refieres. Cito el texto:

“Siempre habrá pajarracos que les dirán que no tienen aún la capacidad para ahondar en los temas que les interesan, que esperen a ese momento indeterminado en el futuro en que podrán pensar solos, que nunca llega, porque ese momento es AHORA.”

Si hubiese dicho “Juan es un pajarraco” entonces Juan podría sentir herida su dignidad personal, si hubiese escrito “los alumnos de 6to año son unos pajarracos” entonces el conjunto de alumnos de 6to año podrían haberse sentido ofendidos en su dignidad como miembros de dicho año de estudio. Pero si digo: “amigos míos, aquellos hombres que les sustraen vuestras pertenencias y las utilizan de acuerdo a sus intereses son unos infelices” lo que hago es realizar un juicio de valor respecto al proceder y no respecto a un individuo o una clase de individuos. Lo sostengo, los que tienen ese proceder son unos pajarracos. Si mi juicio se dirige al proceder no estoy realizando una crítica a un individuo concreto [el significado del término pajarraco refuerza el sentido] por lo tanto consideró que el término es necesario. ¿distingues la diferencia? De haber puesto, por ejemplo, “Los imbéciles que hacen….” Hubiese sido innecesario, ya que imbéciles no contribuye en el texto a ampliar o restringir el contenido, ni el plano discursivo sintáctico ni discursivo semántico.

Por otro lado, es posible que esta palabra te haya parecido “fuera de tono” es decir que hubieses preferido un sinónimo menos ríspido, bueno, querido anónimo, eso ya es una cuestión de estilo no de ofensa a la dignidad de una persona.

Gracias de nuevo a tu crítica, como verás la tomé muy en serio.


Pd. Dentro de la literatura peruana puedes encontrar una referencia a los PAJARRACOS de lo más sabrosa en el cuento de Vargas Llosa “Día Domingo”.

Hasta pronto